Cuando fuimos los mejores
Katta es una adolescente bilbaína que pasa su tiempo entre el instituto y las diversas calamidades que acosan sin descanso a una familia un tanto peculiar. El padre está ausente y la madre se ha recluido en su habitación, sin querer saber de nada ni nadie; la abuela se da a la lectura compulsiva, y los hermanos parecen buscar una explicación a tanta fatalidad enzarzándose entre sí o tramando diabluras del más variado cariz. Aixa de la Cruz, desde la insultante juventud de sus diecinueve años, recoge con admirable viveza los sentimientos, las alegrías y sinsabores de una etapa de la vida que es contemplada como un rito de paso. Los percances que acontecen a Katta no son, en el fondo, tan distantes de los de tantos otros jóvenes de hoy (y acaso, de antaño). El retrato verosímil no hurta al lector momentos de enorme crudeza, junto a otros en los que florece una tímida sonrisa. El mayor talento de la autora es rehuir la moralina fácil, para plasmar un lienzo que conmueve por su hondura, por su radical ausencia de artificios al uso.