El Dios del jardín
Hay una fuerte conexión bíblica entre las personas y los árboles. Ambos provienen de la suciedad. A ambos se les dice que den fruto. De hecho, el lenguaje arbóreo se aplica tan a menudo a los humanos que es fácil pasarlo por alto, ya sea que estemos hablando de árboles genealógicos, pasando nuestra semilla, cortando a alguien como una rama, estando arraigado en un lugar o llevando el fruto del Espíritu. Es difícil negar que los árboles significan algo, teológicamente hablando. Este libro es en muchos sentidos una memoria, pero también es un intento de despertar al lector a la gloria de Dios brillando a través de su creación. Uno de los primeros mandamientos a Adán y Eva fue "trabajar y guardar" el jardín. El galardonado autor y compositor Andrew Peterson, siendo lo más honesto posible, comparte una historia de infancia, dolor, redención y paz, caminando a través de un bosque de recuerdos: "Confío en que al contar mi historia, te encontrarás con la tuya. Con suerte, como yo, verás que el Dios del Jardín está y siempre ha estado presente, trabajando y manteniendo lo que ama". A veces planta, a veces poda, pero en su bondad tiene la intención de cosechar una cosecha de justicia. There’s a strong biblical connection between people and trees. They both come from dirt. They’re both told to bear fruit. In fact, arboreal language is so often applied to humans that it’s easy to miss, whether we're talking about family trees, passing along our seed, cutting someone off like a branch, being rooted to a place, or bearing the fruit of the Spirit. It’s hard to deny that trees mean something, theologically speaking. This book is in many ways a memoir, but it’s also an attempt to wake up the reader to the glory of God shining through his creation. One of the first commands to Adam and Eve was to “work and keep” the garden. Award-winning author and songwriter Andrew Peterson, being as honest as possible, shares a story of childhood, grief, redemption, and peace, by walking through a forest of memories: “I trust that by telling my story, you’ll encounter yours. Hopefully, like me, you’ll see that the God of the Garden is and has always been present, working and keeping what he loves.” Sometimes he plants, sometimes he prunes, but in his goodness he intends to reap a harvest of righteousness.