La ira es energía Memorias sin censura John Lydon
John Lydon irrumpió como un pirómano en los plácidos escenarios de los años setenta disparando las letras de los Sex Pistols bajo el nombre de Johnny Rotten. Fue una conmoción y el arranque de una insurgencia que aún atiza el fuego de la música popular cuando vienen los bomberos a aguarnos la fiesta. Repartió leña a diestro y siniestro, profanó los templos sagrados y escupió a la cara de todas las devociones: ni Dios ni la patria ni el rey (o la reina) se libraron de aquellos estacazos. Ningún biempensante salió ileso. Después cambió de grupo y precisó el tiro, pero la ira nunca ha dejado de ser el combustible que alimenta todos sus incendios. Ahora, cuarenta años después, empuña el teclado y vuelve a la carga para rematar la escabechina. Y vuelven a caer las cabezas de muchos títeres que parecían intocables. Porque en este libro también le ajusta las cuentas a su pintoresca generación. Si amigos como Sid Vicious acaban bien parados a pesar de sus delitos y chaladuras, a Vivienne Westwood, Malcolm McLaren y toda la curia de la sublevación almidonada les dinamita el púlpito sin contemplaciones. La gran víctima, no obstante, es la beatería del punkismo reglamentario y fetichista que lo convirtió en santo de una fe empalagosa. John Lydon baja aquí de los altares decidido a no pactar con nadie. Ni siquiera con su propio mito.