Antonio Machado hoy, 1939-1989 coloquio internacional
A los cincuenta años de la muerte de Antonio Machado nos ha parecido útil hacer un balance de los numerosos estudios que suscitó su obra, pero sobre todo considerar ésta en su totalidad, con los problemas que plantea su índole plural y fragmentaria, su estructura y su constante evolución. La obra de Antonio Machado puede aparecernos como una obra poética engastada en una obra filosófica que se incluye a su vez en una labor periodística, aunque sabemos que casi todos los escritores españoles publicaron su obra en la prensa. Al crear personajes apócrifos, no se trataba sólo para Machado de pensar y de verse pensar, ni de refugiarse detrás de unas máscaras cómodas. Los cuadernos que escribió al día sin ningún proyecto orgánico muestran también que concebía su obra -a través de la forma literaria que llegó a escoger, casi abandonando a principios de los años veinte, y hasta la guerra, el verso por la prosa- como una materia en perpetua elaboración. Esta concepción de la literatura es, en aquella época, totalmente nueva. No distingue entre esencias diferentes. Ahí se origina la extraordinaria riqueza del pensamiento de Machado pero también cierta dificultad metodológica para dar cuenta de esta obra, resultado de una escritura difusa que superpone varios lenguajes y los une en un trabajo sin fin, que quizá nos permita ver en la prosa machadiana -y, por ejemplo, en la elaboración de una teoría poética práctica- la coronación de la obra lírica. De aquí, no obstante, el indudable fracaso de todo acercamiento temático ajeno o indiferente a la reestructuración continua de los puntos de vista y de lo dicho, a la irremediable tensión o contradicción entre teoría y práctica, que conducen al escritor no sólo de la poesía a la prosa, sino también del solipsismo al elogio del diálogo y a la reflexión crítica, y de éstos al compromiso político y a la militancia por la cultura. ¿Machado, hoy? poco importan las máscaras del poeta o que no haya conseguido imponer su forma. Los caminos de Antonio Machado son graduados, pero siempre coherentes.