La hermandad de la uva
Después de Pregúntale al polvo y las otras tres novelas protagonizadas por Arturo Bandini, presentamos ahora un nuevo título de John Fante, donde aparecen los personajes tiernos y rencorosos, emocionantes y divertidos, en suma, memorables, que componen La hermandad de la uva , una pandilla de consumados borrachines El mejor cantero de América, el viejo Nick Molise, tiránico y orgulloso, está de nuevo en crisis con su mujer Ninguno de los hijos quiere intervenir; por otra parte, Nick, que «habría sido más feliz si no hubiera tenido descendencia sus hijos habían sido los clavos que lo habían crucificado a mi madre», no tiene intención de pedir nada a nadie, y menos cuando se lo pasa de maravilla con sus viejos amigos y, a pesar de la edad, alberga un montón de proyectos Puede flirtear, beber y vanagloriarse tanto como quiera de su gran pasado («San Elmo era su Louvre, la exposición donde el mundo podía ver sus obras») Su sueño, tampoco demasiado secreto, era una tribu de hijos-albañiles seguidores de su arte, y en cambio tiene que habérselas con un guardafrenos, un empleadillo de banca y un escritor A despecho de su innata pereza, Henry –un álter ego de John Fante– deja mujer e hijos y se embarca en un avión para sumergirse en el mundo de sus padres Cuando llega a San Elmo, su padre lo pilla desprevenido invitándolo a una empresa tan absurda como inútil- construir un secadero de pieles de ciervo, en un pueblo imposible a dos mil metros de altura Henry en un principio duda, después acepta, atraído por la panda de chiflados amiguitos de papá «Francis Ford Coppola se enamoró de esta novela, que publicó por entregas en City Magazine y quiso llevarla al cine Por desgracia, el fracaso financiero de Apocalypse Now hizo inviable el proyecto Indiscutiblemente, La hermandad de la uva es una excelente cosecha Fante» (Brice Matthieussent) «Basta leer una sola página de Fante para que se imponga la evidencia- su estilo es uno de los más vigorosos, eficaces y modernos que jamás haya leído Con él, la frase escrita se desembaraza de la más ligera traza de almidón, se despoja del cuello duro y del chaleco apretado, deja de mirarse en el espejo para verificar con inquietud su prestancia» (Pierre Lepape, Le Monde) «La constante más embriagadora de los escritos de John Fante alcanza aquí su apoteosis La hermandad de la uva, más que cualquier otra novela suya, es para beberla de un solo trago» (Art Books)