La fragilidad del bien fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega
«Pero la excelencia humana crece como una vid, nutrida del fresco rodío y alzada al humano cielo entre los hombres sabios y justos», escribe Píndaro. Los problemas suscitados por la oda de Píndaro podrán ser cualquier cosa menos insólitos, y difícilmente puede entenderse que alguna vez hayan dejado de ser considerados auténticos problemas; soy un agente, pero también un ser pasivo como la planta; gran parte de lo que no he hecho me hace acreedor al elogio o la censura; debo elegir continuamente entre bienes opuestos y aparentemente inconmensurables, y las circunstancias pueden forzarme a adoptar un curso de acción en el queno podré evitar traicionar algo o actuar mal; un hecho que simplemente me sucede, sin mi consentimiento, puede transformar mi vida; tan problemático es confiar el propio bien a los amigos, al amante o a la patria, como intentar vivir bien prescindiendo de ellos. No creo que dichos problemas sean sólo el alimento que nutre la tragedia; pienso que forman parte de los hechos cotidianos de la razón práctica.