Qué solos se quedan los muertos

José Giustozzi, periodista argentino exiliado en México, recibe el llamado desesperado de una mujer: han asesinado a Marcelo Farnizzi, pareja de la que supo ser su esposa, Carmen Rubiolo. Su relación con Carmen terminó ocho años atrás, cuando ella lo dejó, harta de su falta de atención, pero volvieron a encontrarse en el exilio, huyendo de la dictadura. Ahora, y sin razón aparente, Carmen vuelve a su vida y pide que vaya a verla. Guiado en parte por la curiosidad, en parte por un viejo sentimiento que nunca murió del todo, José irá a Zacatecas, sin un propósito claro más que el de reencontrarse con la mujer a la que nunca dejó de querer. Pronto se verá convertido en un improvisado detective, que recorre las calles siguiendo pistas nunca del todo claras, siempre dudosas, con la esquiva figura de un detective privado contratado por Carmen y la sombra de un tal Liborio asomando en cada esquina. Y mientras lo hace, no deja de hacerse preguntas. ¿Por qué volvió a ver a Carmen? ¿Por qué le interesa el asesinato de un hombre al que apenas conoció? ¿Por qué no vuelve a Argentina? ¿Qué papel tuvieron los exiliados en el horror de diez años atrás? ¿Son víctimas o victimarios? Escapar de la violencia argentina para caer en la violencia mexicana. Una novela de intriga atrapante, que ahonda en un tema de fuerte actualidad en el momento de su aparición, que sigue vigente en la actualidad.