El libro de los niños
Novela sobre la relación entre niños y adultos, homenaje a la grandeza de la imaginación y elegía por el final de una era y de una generación que murió en las trincheras de la primera guerra mundial. El libro de los niños transcurre durante el lento y destellante crepúsculo victoriano, esa apasionante época que va desde el final del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial. La protagonista de la novela es Olive Wellwood, una famosa escritora de libros infantiles. Ella y su numerosa familia viven en una casa de campo formando una especie de sociedad dedicada al culto del arte, la literatura, la conversación y la política. Cuando el hijo mayor de Olive sorprende a otro niño, de origen humilde, en una sala del Museo Victoria and Albert de Londres, dibujando un famoso candelabro, la vida de esas familias empezará a cambiar. El niño será adoptado por los Wellwood e ingresará así en un mundo deslumbrante, lleno de inquietantes misterios y fulgurantes deslumbramientos. La crítica ha dicho... «Un regreso soberbio e insuperable.» Qué leer «Es lo que fue Posesión pero para una nueva generación.» Financial Times «La escritura tiene la majestad de un glaciar: monumental, pura, bella.» Globe and Mail «Una de las grandes maestras de la escritura de nuestro tiempo. A.S. Byatt pertenece a la regia estirpe de Jane Austen y George Eliot, de Iris Murdoch, Muriel Spark y Doris Lessing...» Mercedes Monmany, ABC «En mi opinión la mejor narradora británica viva, una vez que nos dejó Iris Murdoch.» Pilar Adón «Siempre he admirado a los escritores cuyo alcance sobrepasa su comprensión, y la prodigiosamente dotada novelista británica Antonia Susan Byatt es, ciertamente, una de ellos. Se inscribe en la tradición de Sterne y Lawrence, autores que supieron crear más realidad en sus páginas de la que en ocasiones podían llegar a controlar del todo.» Alan Cheuse, San Francisco Chronicle «A. S. Byatt es una observadora dotada con un talento especial para identificar los detalles, menores pero exactos, que dan sentido a universos enteros.» Jay Parini, New York Times