
El laberinto de las aceitunas
La imaginación narrativa de Mendoza va esta vez todavía más lejos: en triple salto mortal de funámbulo sonámbulo, el narrador-detective llega, por la distorsión de la peripecia policial, no ya al reino del humor y el absurdo, sino al de la libérrima fabulación que roza, tras lo esperpéntico, el área del prodigio surreal.
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Silvia Sants@original_1oo
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Pau Delu@paudelu
Enrique Tárraga@enriquetarraga