La pantalla global Cultura mediática y cine en la era hipermoderna
Pantallas de cine, de televisión, de ordenador, de videojuegos, de agenda electrónica, de teléfono móvil, de GPS, táctiles, de vigilancia, de Internet, y todas las pantallas del mundo en un mundo que filtra la realidad a través de las pantallas. La vida se ha convertido en espectáculo de consumo de masas y la realidad necesita ser filmada y verse en una pantalla para que se considere real. Lo prueban las nuevas formas de hacer cine (tecnología digital, caída de la primacía del argumento), las nuevas retóricas de la televisión (reality-shows, deportes con efectos especiales), el cine «anticanónico» de los países oprimidos, el meteórico ascenso de la publicidad, la aparición de los nuevos documentales. La pantalla global, que contextualiza alrededor de cuatrocientas películas y no desaprovecha los guiños cinéfilos ni los codazos anticinéfilos (algunos de los cuales podrían herir la sensibilidad del lector espectador), está hábilmente organizado para que se pueda leer como una historia compacta de las metamorfosis técnicas del cine, tal como lo inventaron los hermanos Lumière (cine realista de masas, cine tipificador) y Georges Méliès (cine fantástico, cine experimental), y al mismo tiempo como un ensayo de estética que sostiene que el cine, a diferencia de las artes de la época vanguardista, no entró en conflicto con la sociedad de consumo, sino que se adaptó a ella, influyó en ella, formateó su conducta diaria, sus fantasías y su concepción del mundo. Y mientras generaba en el plano de sus virtualidades y potencias un infinito linaje de pantallas que garantizaban la cuadratura de la realidad, se convirtió en hipercine, en todopantalla, en modelo artístico, social y antropológico (Homo pantalicus), y en principal punto de referencia de una sociedad que, como ha descrito Lipovetsky en obras anteriores, se caracteriza precisamente por haber destruido todos los grandes sistemas referenciales. El cine, con su parentela de miradas y pantallas, es la expresión por excelencia de la sensibilidad del mundo actual. El cine no está pues en decadencia, sino todo lo contrario; el cine está en una fase de transformación fructífera y con él todo el mundo audiovisual. «Un libro utilísimo que hace que nos demos cuenta del increíble camino que hemos recorrido en unos decenios» (Le Monde). Gilles Lipovetsky y Jean Serroy han sido los primeros en reconocer que la pantalla no materializará todas sus potencias sino con guías de sentido como la cultura del libro y las humanidades clásicas. Adelante con la pantalla-libertad, pero sin olvidar la pantalla asistida, «concienciada», sin la cual no sería más que humo» (Libération). Gilles Lipovetsky, sociólogo, es el autor de los celebrados ensayos La era del vacío, El imperio de lo efímero, El lujo eterno, El crepúsculo del deber, La tercera mujer, Metamorfosis de la cultura liberal, Los tiempos hipermodernos, La felicidad paradójica y La sociedad de la decepción.